El aire acondicionado se sirve de un principio físico según el cual los líquidos y los gases liberan o absorben grandes cantidades de calor durante los cambios de fase de líquido a gas o viceversa.
Mediante un refrigerante que pasa de estado líquido a estado gaseoso, los aparatos de aire acondicionado absorben una gran cantidad de calor del interior de una habitación. Y haciéndolo pasar de gas a líquido otra vez expulsan el calor de nuevo al exterior.
Todo lo que un aire acondicionado necesita para absorber el calor y enfriar el aire entrante se encuentra dentro del aparato de aire acondicionado: Un refrigerante, conductos de refrigeración, un compresor y una válvula de descompresión. ¿Pare sencillo verdad?
Para que todo ello sea posible, una parte del aparato se sitúa en el interior de la estancia y la otra en el exterior del edificio o casa. En el interior de ambas se encuentra un circuito serpenteante de metal que contiene el ingrediente mágico: el refrigerante. El refrigerante es un fluido especialmente diseñado para cambiar de estado con facilidad.
En la parte posterior del aparato hay un ventilador que abre el paso al aire de la habitación. El calor del aire se transfiere al refrigerante que está dentro del circuito. Y posteriormente el aire vuelve de nuevo a la habitación, aunque mucho más frío.
Sin embargo, dónde va todo el calor y cómo logra el refrigerante mantenerse frío incluso en los días de más calor?
La clave está en la fase de transición. En la entrada del circuito que enfría el aire entrante el refrigerante se encuentra en estado líquido. A unos 2ºC. Como la temperatura es inferior a la del aire que llega a la estancia, absorbe el calor de este. Pero la capacidad que tiene el refrigerante de pasar de líquido a gas con facilidad, le permite absorber muchísimo calor. A medida que esto va ocurriendo, su temperatura aumenta unos cuantos grados. Lo justo para evaporarse y convertirse en gas. El proceso de evaporación consume aún más calor.
Al finalizar la evaporación hay que deshacerse del calor y el compresor entra en acción. Es el cilindro negro que provoca el ruido que escuchamos cuando el aire acondicionado está encendido. Su misión es la de volver a comprimir el gas, que durante este proceso continua aumentando su temperatura. Cuando el refrigerante deja el compresor su temperatura alcanza los 65ºC, y en ese momento se adentra de nuevo en el circuito inicial que ahora se encuentra relleno de aire caliente, aunque no tanto como el refrigerante.
Como el calor se propaga siempre de lo más caliente a lo más frío, el refrigerante cede parte de su calor al aire. A media que se desplaza por el interior del circuito el refrigerante sigue enfriándose hasta llegar al estado inicial.
Con el proceso de condensación se libera aún más calor. Y una vez más el refrigerante se somete a cambio de estado, pero en esta ocasión para liberar toneladas de calor. Cuando el líquido alcanza la válvula de expansión, la presión disminuye y pasa a ocupar más volumen, con lo que el refrigerante vuelve a recuperar sus propiedades. Otra vez a 2ºC, el refrigerante está preparado para recomenzar el ciclo del aire acondicionado.
A continuación os compartimos un vídeo dónde el funcionamiento del aire acondicionado queda bien detallado.